El oro ha vuelto a posicionarse como uno de los refugios de valor más seguros. Basta echar un vistazo a los conflictos geopolíticos internacionales y a la incertidumbre para comprender por qué muchos inversores han buscado proteger su capital a través del metal.
El resultado ha sido una escalada histórica de su precio. En apenas un año, su valor ha pasado de 80.000€ a 120.000€ por kilo, un incremento sin precedentes que ha despertado el interés del público general.
Tanto para quienes necesitan resolver una situación puntual como para quienes desean aprovechar el momento óptimo para vender o invertir, el oro se ha reafirmado como un activo protagonista en tiempos de incertidumbre.
“Muchos ciudadanos, motivados por las noticias y por las cifras récord, han comenzado a revisar cajones y joyeros en busca de piezas olvidadas que ahora representan una oportunidad económica inesperada”, cuentan desde Oro Realejo, una tienda cordobesa que ha notado una creciente tendencia de venta.
Con dos establecimientos en la ciudad, han registrado un aumento del 50% en las operaciones de compra respecto al año anterior. Además, confirman la aparición de un nuevo perfil de cliente: personas muy jóvenes que nunca habían vendido oro y que han heredado o recibido piezas de joyería en eventos como comuniones o celebraciones familiares que saben que no van a utilizar y quieren liquidarlas y salir de algún apuro.
Pequeñas joyas, grandes cifras
La revalorización del oro ha multiplicado el valor de piezas pequeñas que, hace una década, habrían alcanzado la mitad de su precio actual.
Una pulsera de 15 gramos de oro de 18 quilates, por ejemplo, puede alcanzar hoy los 1.200€, una cifra que muchos propietarios jamás habrían imaginado y que no fue lo que se pagó al adquirirlas.
Aunque la mayoría de las transacciones se sitúan entre los 5 y 15 gramos, estas pequeñas ventas suelen responder a la necesidad de obtener liquidez rápida: afrontar un imprevisto, financiar una pequeña reforma o resolver un gasto puntual.
Sin embargo, se observa un auge considerable en la venta de grandes lotes procedentes de herencias.
“Con los precios actuales, vender joyas heredadas entre 100 y 200 gramos puede suponer el ingreso de decenas de miles de euros. Es uno de los momentos más favorables para desprenderse de este tipo de patrimonio que no se va a usar”, comentan.
Para esta situación, además, existe la posibilidad de tasación a domicilio para evitar llevar joyas de alto valor por la vía pública. Este servicio permite evaluar las piezas en el propio domicilio, ofreciendo comodidad y, sobre todo, seguridad. Esta posibilidad ha resultado eficaz para llegar a nuevos clientes que de otra manera no se hubieran acercado para valorar las piezas y que terminan formalizando la venta posteriormente en tienda o a través de envíos asegurados.
Aumento en la demanda de lingotes de inversión
No solo quienes desean vender se han visto beneficiados por este contexto.
También ha crecido notablemente el interés por la compra de oro físico en forma de lingotes, un producto valorado por quienes buscan diversificar su capital en lo que los economistas llaman valor refugio.
La demanda, según el local cordobés, ha aumentado alrededor de un 30% respecto al año anterior en piezas y lingotes que tienen una referencia de valor global y están lejos de las regulaciones de los sistemas financieros.
Un mercado impulsado por la inestabilidad global
El repunte de la compraventa de oro, especialmente en pequeñas cantidades, es consecuencia directa de un entorno global convulso.
A pesar del crecimiento en la demanda, la subida abrupta del precio del oro ha reducido considerablemente el margen comercial del sector.
“Para obtener el mismo beneficio que hace diez años, ahora es necesario movilizar el doble de capital. No obstante, el aumento del volumen de ventas compensa en parte esta reducción de rentabilidad, permitiendo mantener una actividad sostenida”, explican.