La Orquesta Metropolitana de Madrid y el Coro Talía regresan a la Sala Sinfónica el sábado 10 de marzo de 2018 con su tercer concierto de abono, titulado Músorgski y Prokófiev. La directora titular de las formaciones musicales del Grupo Talía, Silvia Sanz Torre, dirigirá un programa con dos destacadas obras de estos compositores: Cuadros de una exposición y la cantata Alexander Nevski. Marina Makhmoutova, mezzosoprano rusa afincada en España, intervendrá como solista en la cantata de Prokófiev.
Músorgski y Prokófiev son dos compositores rusos de gran originalidad y personalidad.
Las dos obras seleccionadas para el programa, una inspirada por un artista y la otra por un héroe, son muy diferentes entre sí pero ambas están relacionadas con otras artes:
Cuadros de una exposición de Músorgski con la pintura, y Alexander Nevski de Prokófiev con el cine. De hecho, la cantata nació como banda sonora de la película del mismo título. Las entradas, de 10 a 27 €, según zonas, ya están a la venta.
Cuadros de una exposición
Cuadros de una exposición (1874) de Modest Músorgski es una visita musical a la exposición póstuma de diez pinturas de su amigo el arquitecto, escultor y pintor Víktor Hartmann, fallecido en 1873 a los 39 años. Se trata de una obra compuesta originalmente para piano que Maurice Ravel orquestó en 1922. Esta versión orquestal es la más conocida e interpretada. La música recrea las sensaciones del espectador ante cada uno de los cuadros. La cabaña sobre patas de gallina, el Ballet de polluelos en sus cáscaras,
El viejo castillo y Gnomos son las piezas correspondientes al mundo fantástico.
Mientras que La Gran Puerta de Kiev, Catacumbas, El mercado de Limoges, Samuel Goldenberg y Schmuyle, Bydlo y Tuillerie constituyen los cuadros más realistas o poéticos. Para dar unidad a toda la obra, Músorgski recurre a la repetición de una pieza
llamada Promenade (paseo), que simboliza al recorrido del visitante por la exposición.
Alexander Nevski
En 1936, después de multitud de viajes y alternar su residencia entre Moscú y París, Prokófiev y su familia regresan definitivamente a su país natal y se establecen en Moscú.
Ese mismo año compone una de sus obras más famosas, el cuento musical Pedro y el lobo. Poco después aborda otra de sus grandes creaciones, la banda sonora para la película histórica Alexander Nevski de Serguéi Eisenstein. Fue el propio Stalin el que pidió al gran director y al músico que reunieran sus talentos para realizar una película que resaltara el peligro de una invasión alemana y exaltara, por otra parte, la figura del líder que guía al pueblo por el buen camino. Eisenstein y Prokófiev escogieron para ello la historia de Alexander Nevski, un príncipe medieval que derrotó a los caballeros teutones que avanzaban sobre Rusia. Debido a la falta de medios, la calidad del sonido de la película resultó muy pobre. Prokófiev decidió entonces utilizar el material de la banda sonora para elaborar una gran cantata para mezzosoprano, orquesta y coro que resultó ser una de sus obras más creativas y dramáticas.