Entre el jueves por la noche y el viernes por la mañana, el museo ha dicho a los trabajadores una de las subcontratas del museo, que ya no pueden trabajar. Alegan haber roto el contrato con la subcontrata, aunque eso es irrelevante, ya que el convenio establece la obligación de subrogar a todo el personal y el servicio sigue.
Entre las conversaciones con los trabajadores el jueves por la tarde, el centro cultural habló de la huelga como motivo de haber roto el contrato mercantil. Cuando los trabajadores preguntaron qué tenía que ver la huelga con eso, la respuesta fue «todo tiene que ver».
El museo también escenificó su actuación con un insólito incremento de personal de seguridad para que vigilaran, intimidaran, barraran la salida y siguieran a cada paso a los trabajadores, delante del resto de sus compañeros.
Huelga simultánea de tres subcontratas
El museo, famoso por exhibir obras censuradas y promover la libertad de expresión, subcontrata todas las funciones esenciales para su funcionamiento. Los trabajadores y trabajadoras de tres subcontratas, a través de sus secciones en SUT, convocaron esta semana una huelga indefinida a partir del día 26 de febrero de 2025.
El volumen total de trabajadores de atención al visitante que representa la plantilla de la que se ha deshecho el museo no está es más de la mitad, por lo que es una estrategia del museo para restar fuerzas a la huelga.
Por su parte, la subcontrata no da trabajo efectivo a los trabajadores y han pospuesto una comunicación al respecto hasta el día 25 de febrero, precisamente un día antes del inicio de la huelga.
El detonante de la huelga: falta de sillas y calefactores
Mientras el museo controla con precisión la temperatura y humedad a las que están expuestas sus obras, los trabajadores y trabajadoras de carne y hueso de todas las subcontratas están obligados a estar en posiciones expuestas a corrientes de aire en invierno, sin climatización, sin ropa de abrigo adecuada en invierno, pero con americana en verano y a aguantar hasta 9 horas al día de pie.
Todo ello pone de manifiesto que, para el museo, los trabajadores son incluso menos que meros objetos. Es contra estos abusos que se empezaron a organizar los trabajadores de las tres subcontratas y a poner encima de la mesa todas las problemáticas laborales. Por el momento, la actuación del museo se ha basado en intentar seguir adelante ignorándolas, aunque eso no va a cambiar nada de lo que ha llevado a que los trabajadores se organizasen para mejorar sus condiciones laborales y de vida.
*Comunicado Sindicato SUT