Las naciones del mundo se enfrentan en la actualidad a una amenaza común que ha hecho cambios trascendentales no solo en la economía sino también en la propia sociedad.
El coronavirus no tiene distinción de raza, sexo o religión y podría decirse que es un enemigo que está ganando su batalla ante el mundo.
Problemas que seguirán existiendo pese a la existencia de vacunas
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Amenaza común
Los hombres de ciencia más inteligentes del mundo se han unido con el fin de buscar la forma de vencer al Covid-19. En la actualidad, existe una carrera contra el tiempo para lograr el desarrollo y aprobación por parte de la Organización Mundial de la Salud de la vacuna contra el virus.
Podría compararse la lucha por encontrar la cura contra esta enfermedad como la competencia que durante muchos años mantuvieron las principales potencias del mundo con el fin de llegar a la Luna.
Países europeos se han visto seriamente afectados por el patógeno, diezmando pueblos enteros y, hasta la fecha, ninguna de las estrategias que se han planteado para hacer frente a la enfermedad han dado un resultado satisfactorio.
Esta enfermedad ha obligado a todas las naciones a replantear sus políticas económicas y sociales. Tanto los países ricos como los más pobres se han enfrentado en igual grado a la pandemia y, aunque algunos poseen un sistema de salud mucho más fuerte que otros, a la larga el resultado es el mismo, ya que cada día aumentan considerablemente el número de muertes.
Es por ello que las grandes cadenas farmacéuticas como Pfizer y Moderna trabajan las 24 horas del día en sus distintos laboratorios con el fin de ser los primeros en poder ofrecer al mundo la vacuna contra el coronavirus.
Aunque la OMS expresó con beneplácito que la vacuna de Pfizer tiene una efectividad del 90%, la ONU se mostró pesimista ya que dijo que aún con una dosis cuya efectividad sea de un 100%, los problemas ocasionados por el Covid-19 se mantendrán.
Factores que generan preocupación en la ONU
Desde que se produjo la II Guerra Mundial, no había ocurrido un evento de tal magnitud que cambiase los patrones sociales, políticos y económicos de las naciones. Es por ello que la ONU estima que más allá de la aplicación de la vacuna, el mundo podría enfrentarse, a partir del año 2021, a un aumento significativo del hambre.
De igual manera, se estima un debilitamiento en los sistemas sanitarios de las naciones y, en todo caso, los más afectados serán los ancianos, los niños y las familias más desposeídas.
Así mismo, la ONU cree que el adormecimiento al cual ha estado sometido el aparato productivo durante todo el 2020, traerá como consecuencia un aumento sustancial en el desempleo, lo que desmejorará enormemente la calidad de vida de las personas.
Por otra parte, no se tiene previsto que la empresa productora de la vacuna tenga la capacidad suficiente para producir tal cantidad de dosis que permitan satisfacer las necesidades de todo el mundo.
Esto causa profunda preocupación en las Naciones Unidas ya que temen que en algunos países puedan utilizarse prácticas poco éticas para darles prioridad a las personas en la aplicación del medicamento en contra del Covid-19.
Soluciones
Aunque, según el Secretario General de la ONU Antonio Guterres, este organismo multilateral requiere aproximadamente 28.000 millones de dólares para hacer frente a la emergencia del coronavirus, podría necesitarse mucho más que esto, refiriéndose al compromiso que deben asumir las diferentes naciones del mundo para ayudar a los países más desposeídos.
Según los analistas de la ONU, el daño causado por el patógeno podría generar una recesión económica mundial que afecte durante los próximos 30 años. Es decir, se produciría un impacto intergeneracional.
En todo caso, la vacuna contra el coronavirus puede ser una posible salida pero no la única solución. También debe cambiarse totalmente el enfoque que se tiene no solo con respecto a la economía y la política, sino aún más importante, en lo relativo a la salud humana.
El Secretario General de la ONU expresó recientemente que el problema más grave que existe en la actualidad es el egoísmo, ya que algunos países han sabido capitalizar a su favor los problemas financieros causados por el Covid-19.
Es por ello que dichos países, deben establecer políticas que permitan la incorporación de todas las naciones del mundo en el ámbito económico y social. Es decir, para este organismo la salida a todos los problemas actuales y futuros creados por el patógeno es la participación y cooperación internacional.
Indudablemente que ha quedado demostrado que muchas personas prefieren contagiarse de Covid-19 que morir de hambre y es por ello que, aunque la principal norma para combatir esta enfermedad es el aislamiento, muchos deben salir a la calle a buscar recursos para poder comprar alimentos.
Estas necesidades humanitarias deben ser de la preocupación de todas las naciones del planeta sin importar su poderío económico, tecnológico o militar.
Misión de las grandes potencias del mundo ante el Covid-19
En la actual crisis sanitaria mundial ha prelado el interés económico por encima del bienestar de los ciudadanos. Si bien es cierto que cada presidente, primer ministro o gobernante, se debe a quienes lo escogieron, no es menos cierto que algunas naciones, tienen la posibilidad de apoyar a los países más desfavorecidos.
Por ejemplo, Joe Biden expresó recientemente que se necesita con urgencia establecer un plan de acción para hacer frente al futuro desolador que le espera a su país.
En tanto, Xi Jinping se ha mantenido reacio a explicar cómo logró aislar el coronavirus en tan solo unas pocas provincias y, aunque ha ofrecido su ayuda, esta ha sido dirigida básicamente a sus aliados económicos, como por ejemplo Venezuela.
Por su parte desde la Unión Europea han expresado que se implementarán planes de acción a fin de hacer frente al coronavirus y que se buscará la manera de que estos planes beneficien no solo a ese continente sino tambien a todas las naciones del mundo.
Según el Secretario General de la ONU, se avecina una catástrofe humanitaria cuyas consecuencias serán devastadoras no solo para los países menos desarrollados sino para todos los habitantes del planeta a menos que se entienda que existe un enemigo común.