España está viviendo toda una nueva revolución en uno de los productos estrella de sus ganaderías: los ibéricos. Desde que China comenzara a abrir mercado al producto español, cada vez las exportaciones van incrementándose hacia ese destino. Eso sin olvidar el éxito que tienen en América y, también, en los países europeos.
Pero, ¿por qué los surtidos ibéricos son un regalo ideal? Si hasta ahora habían sido comprados para consumo propio, ¿qué ha hecho que pasen a ser un regalo perfecto como pasó, en su momento, con el aceite de oliva?
El surtido ibérico, compuesto por una selección de embutidos y productos derivados del cerdo ibérico como jamón, lomo, chorizo y salchichón, representa una auténtica joya de la gastronomía española. Estos productos son valorados por su sabor, su proceso de elaboración artesanal y su calidad excepcional.
Entre los motivos que han hecho que este producto pase a considerarse el regalo perfecto destacan tres conceptos:
- Calidad y tradición: especialmente aquellos gourmet procedentes del cerdo de bellota, cuentan con una reputación internacional gracias a su sabor refinado y a la tradición centenaria en su producción. Ofrecerlos es regalar una parte de la rica cultura gastronómica de España.
- Variedad y personalización: Desde jamones ibéricos de bellota hasta embutidos como chorizo, lomo y salchichón, se pueden personalizar los lotes según las preferencias del destinatario. Además, suelen incluir quesos, aceites de oliva virgen extra y otros productos gourmet, lo que los convierte en un regalo completo y sofisticado.
- Un regalo que se comparte: son perfectos para degustar en reuniones familiares o entre amigos, lo que los convierte en un regalo que fomenta el disfrute colectivo.
Lo cierto es que, pese a que tradicionalmente las cajas de embutidos de regalo se han regalado en el entorno empresarial como un símbolo de aprecio y agradecimiento hacia empleados, clientes y colaboradores, cada vez son más los que apuestan por ellos para agasajar a amigos o familiares en momentos especiales.
“Se percibe como un regalo lujoso, pero a la vez accesible, lo que lo convierte en un detalle adecuado para diferentes niveles jerárquicos dentro de una organización, desde directivos hasta empleados y también en el ámbito privado. Al ser productos que pueden disfrutarse en familia, añade un valor emocional a algo que, tradicionalmente, ha supuesto un gozo para el consumidor” explican desde Anabel Ibéricos.