El modelo pedagógico basado en el aprendizaje autodirigido plantea que los niños exploren su entorno mediante actividades prácticas que estimulan su interés por conocer. En este esquema, cada alumno avanza a su propio ritmo, lo que favorece su independencia y capacidad de tomar decisiones. La metodología se apoya en la observación de los intereses individuales para generar experiencias de aprendizaje adaptadas y relevantes para cada uno.
La escuela infantil en Murcia ha incorporado este enfoque con el propósito de ofrecer una formación que combine desarrollo académico, social y emocional. El entorno está organizado para facilitar la exploración y el acceso a recursos que permitan la participación activa de los niños. El aula se concibe como un espacio de trabajo funcional, en el que cada sector ofrece posibilidades concretas de aprendizaje y práctica.
El método Montessori, uno de los referentes de este tipo de educación, sostiene que los pequeños deben tener la posibilidad de elegir sus actividades y concentrarse en ellas de forma independiente. Este modelo fomenta la autonomía y la responsabilidad sobre el propio proceso de aprendizaje. La libertad para profundizar en temas de interés favorece la motivación y el interés sostenido por incorporar nuevos conocimientos.
El desarrollo emocional ocupa un lugar relevante en este tipo de instituciones. A través de dinámicas que incluyen juegos y actividades grupales, los alumnos aprenden a reconocer y regular sus emociones, así como a interpretar las de los demás. Este trabajo contribuye a la adquisición de habilidades como la resolución de conflictos y la comunicación clara, herramientas necesarias para la interacción social y la convivencia.
La socialización es otro eje del programa. Las actividades colaborativas permiten a los niños trabajar en equipo, intercambiar ideas y valorar diferentes puntos de vista. Esta dinámica fortalece la capacidad de escucha y promueve el respeto por la diversidad. El aprendizaje colectivo genera un sentido de pertenencia que contribuye al clima de trabajo y a la cooperación entre los alumnos.
La organización física del espacio responde a criterios de funcionalidad y accesibilidad. Los materiales didácticos se disponen de forma que los pequeños puedan manipularlos y experimentar con ellos. El diseño busca facilitar el aprendizaje a través de la experiencia directa, apoyando tanto las áreas académicas como las habilidades prácticas. El entorno seguro y bien estructurado favorece la concentración y el desarrollo de las actividades programadas.
Según explican en la Escuela Infantil Jackie, “La propuesta educativa va más allá de la enseñanza de contenidos. Su objetivo es formar personas capaces de adaptarse a diferentes situaciones y de enfrentar desafíos con iniciativa”. El trabajo en habilidades como la autorregulación, la empatía y la cooperación tiene un impacto directo en la preparación para la vida en sociedad. Este enfoque integral busca que el alumno adquiera tanto conocimientos como competencias para la resolución de problemas y la toma de decisiones.
En el plano académico, el método se orienta a que los peques desarrollen la capacidad de investigar, planificar y evaluar sus propios avances. La retroalimentación del educador se enfoca en guiar y facilitar el proceso, más que en transmitir información de forma unidireccional. Esto permite que cada estudiante asuma un papel activo en su formación.
La proyección de este tipo de educación apunta a resultados sostenibles en el tiempo. Los expertos consideran que un entorno que estimule la curiosidad y el aprendizaje práctico contribuye no solo al rendimiento escolar, sino también al desarrollo de habilidades que tendrán valor en la vida adulta. En este sentido, el modelo Montessori y otros enfoques similares representan una alternativa pedagógica con potencial para adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad.
La experiencia en centros que aplican estas metodologías indica que la combinación de independencia, responsabilidad y colaboración favorece una formación más equilibrada. Los niños que participan en este tipo de programas incorporan hábitos de organización, capacidad de análisis y disposición al trabajo conjunto. La aplicación sistemática de estas estrategias en la educación infantil puede incidir de manera significativa en el desarrollo integral y en la preparación para las etapas posteriores de la vida escolar.