El conflicto que está desarrollándose en Ucrania está poniendo en relieve la verdadera relevancia de la digitalización como pocas veces se había visto.
A las videollamadas de un presidente que no para de pedir apoyo internacional y que aparece en sesiones del Parlamento Alemán, de Estados Unidos o incluso con la población vía medios de comunicación se une el cierre digital de un país entero: Rusia.
¿Qué está aprendiendo la globalización de este escenario?
Para empezar, que la digitalización va mucho más allá de tener una simple web. el hecho de que las sanciones a Rusia hayan partido de la desconexión de los sistemas globales bancarios ha hecho que a nivel económico el país se resienta.
Y ahí es donde entra otro concepto también: la propaganda.
Uno y otro bando están usando sus mejores armas de marketing y propaganda para dar a la opinión pública y, sobre todo, a sus ciudadanos, el relato que más conviene a cada parte. Entre ambos, la realidad que tratan de descifrar los medios, que están viendo también cómo en las calles de Kiev y otras ciudades se recrudece su trabajo como pocas veces se ha visto.
Mientras el Kremlin controla toda la información incluso penando la que considera fake y desconectando a la sociedad de una guerra que no quiere llamar como tal, por otro lado Ucrania está trasladando un relato que tiene como protagonista un cuidado escenario e indumentaria en los que el presidente apela a la comunidad internacional de forma constante.
Tanto es así que, incluso los que resisten a irse de sus domicilios, desde los búnkeres de la ciudad, están gracias a la tecnología conectando con el exterior vía programas de televisión y redes sociales.
Dos formas de entender el mensaje a transmitir para ganar la batalla que se libra también a nivel mediático y de opinión social internacional.
El aislamiento al que se está sometiendo a nivel empresarial, sobre todo a nivel bancario, a Rusia parece estar llevando a un solo camino: que finalmente la red se desconecte de la global y pase a conectarse a su propia red.
Un ejemplo que ya existe en Corea del Norte que consigue de esta forma controlar y monitorizar la información. «Lo primero que se está haciendo es desconectar las redes sociales para evitar que lleguen imágenes y mensajes que no quieren enseñar, por ahora» explican expertos en marketing, que ponen así en relieve la verdadera relevancia de las redes sociales como vehículo informativo.
El gobierno de Putin ya está instando a las empresas rusas a dejar de lado los hostings internacionales para centralizarlos dentro de sus fronteras.
Sin embargo, y aquí hay que hacer la reflexión, las políticas de las redes sociales globales están siendo bastante distintas: esta vez Facebook sí permitirá mensajes de odio para quienes defiendan la postura ucraniana frente a la invasión rusa. Un paso bastante arriesgado para la de Zuckerberg que abre la puerta a posicionarse en conflictos de este tipo por primera vez.
¿Y cómo afecta esto a la comunicación corporativa? De una forma clara. ¿Cuántos comunicados y notas de prensa están haciéndose públicos haciendo de voz de empresas que dejan las instalaciones o suministro de productos o servicios en Rusia? ¿Cuántas las que están promoviendo ayuda humanitaria para los millones de refugiados que están cruzando las fronteras europeas buscando un espacio más seguro?
Llevamos intensas semanas de comunicados y notas de prensa en la que las corporaciones buscan posicionarse de forma clara ante sus clientes y consumidores. Han pasado de ser empresas a ser gestores de reputación y buscan la identificación de la sociedad con sus movimientos corporativos.
«No ha habido antes otro conflicto que posicione y polarice tanto a nivel informativo a las compañías» explican desde el sector. «Es la primera vez que vemos cómo las empresas se posicionan frente a un bando, dejando también y renunciando al negocio, clientes y trabajadores de un país entero» concluyen.
En sí, se está también librando una batalla informativa a nivel global que habrá que ver en qué desencadena.