Cada semana es una nueva oportunidad de aprender y de descubrir cosas nuevas. En un colegio los lunes se convierten en un intercambio de experiencias de las aventuras vividas durante el fin de semana y en un nuevo punto de encuentro con los compañeros, los profesores y el aula: ese espacio de aprendizaje que se convierte durante el curso en nuestro lugar de referencia.
Es lunes por la mañana de la última semana del mes de febrero. Nos invitan a formar parte de una de las clases de 1º de Primaria donde nos reciben los alumnos con las sonrisas que suelen despertar las cámaras de fotos. Sin embargo, en poco más de un minuto ya somos invisibles para los alumnos. La profesora, a golpe de palmada, les anima a levantarse para realizar una estructura de Aprendizaje Cooperativo. Están aprendiendo los diminutivos y los aumentativos y es una forma increíble y efectiva para practicarlo.
Mientras los alumnos se mueven por la clase al ritmo de la música, comprobamos cómo se divierten y se ríen. Da igual que sea lunes primera hora de la mañana, ellos parecen ajenos a este detalle y están felices e inmersos en la estructura. Al parar la música se unen haciendo pareja con el compañero que tienen más cerca. La profesora les propone: “Empieza quien tenga el dedo meñique más pequeño”. La propuesta les causa de nuevo risas y podemos ser testigos de la complicidad entre los niños al comparar el tamaño de sus dedos. Una vez resuelto, los alumnos aportan alternativamente las respuestas a su pareja. Suena de nuevo la música.
Esta estructura, forma parte de las estructuras de Aprendizaje Cooperativo propuestas por Spencer Kagan que, como nos explican en su artículo “¿Lo hacemos juntos?” Fátima Casablanca y Tania Zahínos, coordinadoras de Aprendizaje Cooperativo del colegio Arcángel Rafael, vienen a ser como las reglas del juego y establecen los roles de profesor y alumno, indicando además cómo deber ser la forma de interactuar de los niños.
Nosotros acabamos de ser testigos de un Ralling Robin, una estructura que, a diferencia del Round Robin, que se realiza en equipos, se efectúa en parejas. La estructura la comienza una pregunta lanzada por el profesor con un pequeño tiempo de margen para pensar. A continuación el profesor, que con el Aprendizaje Cooperativo actúa como guía, pauta los turnos. Y lo hace lanzando ideas como: “Comienza el que tenga el pelo más largo”. Los niños comparan con su pareja, que han elegido al azar, y esto hace que interactúan en entre ellos, aprendan a respetar el turno de palabra y mejore su integración.
El objetivo es repasar contenidos aprendidos. El resultado va mucho más allá: obtenemos la participación activa de todos los alumnos y la evaluación y autoevaluación de los niños, pero sobre todos tenemos niños motivados y felices, protagonistas de su propio aprendizaje. Sigue siendo lunes, primera hora de la mañana. Nos vamos de la clase contagiados con la misma sonrisa que nos recibía unos instantes antes.