Sólo en 2022 se publicaron más de 92500 libros, una cifra que habla de la creación literaria en nuestro país. Sin embargo, la mayoría son novelas, ensayos o cuentos. La cifra desciende proporcionalmente cuando se habla de teatro. Sin embargo, es un género que ha situado a España en todos los referentes literarios clásicos a nivel internacional.
Rafael Belmonte lleva muchos años escribiendo teatro, tantos como más de cuarenta. Una disciplina compleja que no es apta para todas las plumas y que necesita de una serie de condiciones para que cumpla con los requisitos de este estilo literario.
Para este autor, hay cinco claves básicas a la hora de afrontar la creación literaria teatral.
- El trabajo de síntesis. Organizar una historia con sentido en la cabeza. La mayoría de veces es necesario tener el hilo conductor claro, aunque aquí está el reto del escritor de saber dónde comienza y por qué caminos le llevará esa historia hasta llegar al final en el que ha pensado. En definitiva, se reduce a aquello (historia) que se quiere o necesita contar, y se da por sentado que va a tener un recorrido (acción) con menor o mayor credibilidad y que, lógicamente, el autor debe esforzarse en darle la mayor posible.
- La segunda clave es pensar con qué medios se va a contar para exponerla (y siempre considerarlos en su mínima expresión). En esto, Belmonte se refiere al número de personajes que han de desarrollarla. En la actualidad, hay que imponerse la mínima cantidad de ellos, de personajes (o sea, actores) porque así el resultado podrá tener más opciones realistas de llegar a ser puesto en escena algún día, sin sacrificar nunca por ello el sentido de la propia historia.
- En función del resultado de lo que se pretenda escribir, sin duda, es imprescindible definir bien el momento en el que transcurre la historia. Ese momento en el que sucede la vida de los protagonistas, la época histórica o incluso el momento político puede ser clave para poder contextualizar lo que se quiere contar. Así, pues, la tercera clave es el momento en el que ha de transcurrir o se ha escogido para que suceda su historia, en qué trozo de su/s vida/s, de la historia de esa gente que hay sobre el escenario y que le tienen que dar vida a eso que se ha imaginado. Esto en los supuestos de que sea algo realista o, por el contrario, una “ensoñación”.
- La cuarta clave podría ser meditar a qué público va a ir dirigida y enfocar la trama hacia esa dirección en concreto. Esto ayuda a afrontar la escenografía y el lenguaje de lo que se va a ver y escuchar.
- El tono es el quinto elemento que define la creación literaria. “Aquí entra, de nuevo, desde el lenguaje que van a usar para expresarse dentro de esa historia los personajes, hasta la lucha por el afecto o el desafecto entre ellos mismos y el autor le toma a cada uno y quiere transmitir también a todos y a cada uno de los protagonistas para que caigan bien o mal desde la primera palabra”, explica Belmonte. A considerar que, a veces, los propios personajes también ayudan y guían al autor en esa tarea…
Como concluye, citando a Da Vinci, «Una obra de arte nunca se termina, solo se abandona«.