De niños la mayoría de mortales sueñan con cómo será su vida en un futuro mucho más inmediato de lo que por aquel entonces parecía. Sin embargo, a medida que uno va creciendo parece que esa capacidad soñadora va disminuyendo y, lo que antes era un sueño, ahora semeja una auténtica utopía. Cada minuto da paso al siguiente, cada hora y cada día que conforman cada mes de cada año se suceden a un ritmo que cuanto mayor se es más rápido parece. Y mientras el tiempo transcurre sin detenerse muchos se alejan cada vez más de aquello con lo que habían soñado. Y de repente un día, la independencia se transforma en soledad, y la soledad hace mella en ese adulto que no termina de encontrar una forma de acabar con ella. “En España hay más de 13 millones de mascotas registradas, un número muy superior al de niños menores de 15 años. Los expertos atribuyen el aumento del número de mascotas a la soledad” comentan desde Bastet Clínica Veterinaria.
Los estudios indican que el 93% de las mascotas son perros, un 6% gatos y el porcentaje restante correspondería o otros tipos entre los que abundan los conejos. No obstante, y tal y como indican desde Bastet Clínica Veterinaria, “es posible que las cifras dadas anteriormente sean muy superiores en la realidad, pues lo cierto es que todavía existen muchas personas que no registran a sus mascotas, dado que la normativa no es igual para todas las especies y en todas las comunidades. Es decir, mientras que registrar a los perros es obligatorio independientemente del lugar en el que se resida, registrar a los gatos u otras mascotas no lo es en todos los lugares del país”.
Una cosa está clara, y es que el número de mascotas aumenta a medida que disminuye la natalidad, lo que ha provocado que muchas de estas mascotas sean tratadas como auténticos miembros de la familia, incluso como a auténticos hijos biológicos, colmándolos de atenciones y agasajándolos con todo aquello que creen que les gustará.
Pero, ¿realmente es bueno este tipo de comportamiento?
“La soledad no es buena, pero tampoco es bueno confundir términos, ni adoptar roles que no corresponden. Ni un perro, ni un gato, ni ningún otro tipo de mascota podrán sustituir jamás a un hijo, ni deberán tratarse, ni educarse como a personas, ya que son animales, de compañía, sí, pero animales. Y no por creerlo así se les querrá menos, ya que, en muchos casos, estas mascotas son la única compañía con la que cuentan sus dueños”.
Las ciudades se tornan abrumadoras cuando la soledad aparece para quedarse.