Souling y Hoope iniciaron el pasado mes de agosto el “Proyecto Freesoul de Ayuda a la Reinserción de Perros Abandonados” en el Centro Penitenciario Madrid III (Valdemoro, Madrid) en el que trabajan por la reinserción social de reclusos a través de la educación de perros abandonados en prisión, con las máximas garantías de bienestar animal.
Souling es una entidad de acción social que realiza proyectos de Terapia Asistida con Animales, con una larga experiencia en lo que se denominan Proyectos de Ayuda Bidireccional, en los que las personas y los animales se ayudan mutuamente aportando múltiples beneficios. En estos proyectos trabajan siempre de la mano de Hoope, entidad referente en el mundo de la protección animal, que gestiona un centro de rescate y adopción de animales y que trabaja por la profesionalización de este sector, algo cada vez más demandado y necesario en nuestro país (España es el país de Europa con mayores cifras de abandono animal).
Se ha demostrado ampliamente que la interacción con animales favorece en las personas el desarrollo de valores y actitudes prosociales. Sin embargo, tanto algunos animales y como ciertas personas comparten algo que marca sus vidas: ambos viven en condiciones que limitan sus interacciones sociales, lo que no sólo repercute en su calidad de vida en el presente sino que compromete seriamente su futuro, al no contar con oportunidades suficientes para ponerlas en práctica.
El proyecto Freesoul une a perros que viven en un Centro de Protección Animal y personas que se encuentran en un Centro Penitenciario.
No es de extrañar que ya ha habido otras experiencias previas en todo el mundo, en las que perros han entrado en el contexto penitenciario para ayudar a los reclusos en su día a día. Pero en esta ocasión ambas entidades han querido cuidar al máximo el bienestar de los perros que participan en él, ya que consideran este aspecto fundamental para que el proyecto sea un éxito y la experiencia sea realmente beneficiosa para los reclusos: “si los participantes no sienten que el perro se está beneficiando, difícilmente será beneficioso para ellos”. De hecho, una de las reacciones más comunes entre los presos de estos proyectos es la de empatizar y sufrir con la situación de un animal que, a diferencia de ellos, “no ha hecho nada para merecer estar allí”.
En este caso la situación es diferente: se trata de perros rescatados a los que se les da la oportunidad de evitar entrar en una perrera donde esperar a ser adoptados, pasando a vivir en un contexto donde pueden recibir mucha más atención y cuidado, debido al mayor tiempo con el que cuentan los reclusos.
Los perros son previamente seleccionados por Hoope por su carácter para poder adaptarse a este contexto de forma exitosa, en el cual se trabaja por mejorar sus condiciones de vida y su futura adopción.
La idea, por tanto, no es que los perros permanezcan en prisión, sino ayudarles, en un periodo máximo de 3 meses que dura el proyecto, a encontrar un hogar.
Los presos que participan en el proyecto, por otro lado, pasan previamente por un Programa de Educación Emocional Asistida con Perros de la Asociación Souling, en el que aprenden a relacionarse con los perros de forma satisfactoria para ambos, además de cuales son sus necesidades básicas de cuidado y educación.
La primera parte del proyecto ha consistido en acondicionar un amplio espacio dentro de uno de los patios de la prisión, diseñado por los profesionales de Hoope, para que los perros se sientan como en casa, algo en lo que ya colaboran los propios reclusos, realizando la construcción del mismo.
Los presos, a continuación, se encargan diariamente del cuidado de los perros, recibiendo además semanalmente pautas e instrucciones para su correcta educación y entrenamiento.
En esta ocasión, la perra seleccionada para el proyecto es Afrodita, una galga rescatada por Hoope tras ser encontrada vagando sola en una carretera con signos de llevar mucho tiempo perdida, dejando así una vida difícil a sus espaldas. Muchas de las experiencias que se esconden detrás de los animales abandonados reflejan muchas de las historias vividas por las
personas que se encuentran dentro de la prisión.
Afrodita, así fue su entrada en el Centro Penitenciario Madrid III y el recibimiento que tuvo por parte de los presos que con tanta ilusión esperaban su llegada.
Pero la labor de los presos no se limita a contribuir a su rehabilitación.
También son ellos los encargados de crear una campaña de sensibilización sobre la situación de estos animales y la visibilización de estos casos y son ellos mismos los que realizan, con el apoyo de los profesionales de Souling, el contacto con posibles adoptantes, la valoración de los mismos a través de entrevistas en la que además explican las características del animal y como debe ser tratado y están incluso presentes en la firma del contrato de adopción y en el seguimiento del caso una vez se encuentra en su nuevo hogar.
El objetivo de todo ello es que el proceso de adopción sea finalmente exitoso, reduciendo al máximo la probabilidad de devolución del animal.
De esta forma, se pretende abrir la institución a la vida comunitaria, un paso más en la adaptación de estas personas a su futura salida y uno de los momentos más delicados de su proceso de reinserción. Esta última fase, les sirve para entrenar sus habilidades sociales al tiempo que ayuda a romper el estigma, les hace sentirse mirados como personas que pueden contribuir a la sociedad de forma activa y empática y eso les ayuda a creer en ellos mismos.
Y es que, el poder acompañar a los perros durante todo el proceso de adopción, les infunde ánimos y esperanzas en que su propia reinserción es posible, entendiendo que deben contar con las herramientas necesarias para afrontar su futura libertad con toda la responsabilidad que eso conlleva.