La noche trágica del 6 de febrero en la que fallecieron dos jóvenes de 15 y 25 años en sendas reyertas en Madrid, marcó el inicio de un operativo policial sin precedentes para frenar la escalada de violencia que podría ocasionar un ajuste de cuentas, algo de esperar en este tipo de situaciones. Tras dos meses de trabajo arduo por parte de las autoridades, la Policía Nacional, en colaboración con agentes municipales, ha detenido a más de 300 jóvenes, identificado a más de 32.000 e incautado 100 armas. Aun así, expertos en reinserción de pandilleros, como Alberto Díaz, del Centro de Ayuda Cristiano, asegura que, para atajar realmente el problema desde la raíz, se necesita trabajar en la sensibilización de jóvenes y adolescentes, y de toda la sociedad en general, incluyendo padres y miembros de la comunidad educativa. «La prevención es muy importante, pues mejor que salir de una banda, es no entrar», afirma.
El II Observatorio de Bandas Latinas realizado por el Centro de Ayuda Cristiano, daría las claves de por qué es tan difícil salir de estas organizaciones. Cuando un joven decide abandonar una banda de estas características, se enfrenta a serias represalias propias de una película de terror. La menor de sus consecuencias es la de pagar una «multa» de varios miles de euros; la peor de todas es la amenaza de perder la propia vida o a un ser querido a manos de sus propios ex compañeros.
Alberto Díaz, director del programa de reinserción de pandilleros, lleva varios años alertando de este fenómeno y presentando los Observatorios llevados a cabo en 2019 y 2021 en diferentes centros educativos y medios de comunicación, junto con varios expandilleros que también desean librar, a tiempo, a los jóvenes del mismo infierno que vivieron. «La información es poder, y los testimonios relatados en primera persona y con toda crudeza, generan un gran impacto en el joven y le hacen pensar para tomar mejores decisiones», aseguran desde el Centro de Ayuda Cristiano.
Pero cuando la prevención llega tarde, todavía hay esperanzas. Mati, Arthur o Jessica, ahora ex pandilleros y honrados trabajadores, se suman a las charlas para dar sus respectivos testimonios de superación. Todos tienen historias diferentes, pero con una línea en común. Todos se criaron en un ambiente familiar hostil o disfuncional, e intentaron suplir sus carencias emocionales con el espejismo de amor, seguridad y lealtad que le ofrecían en las bandas. En el caso de Arthur, llegó a pasar por cinco prisiones diferentes, y el tormento de haber hecho tanto daño le estaba llevando a tener serios problemas a nivel interior. Fue en el Centro de Ayuda Cristiano donde encontró el apoyo que no podría haber encontrado en otro lugar. «Hice cosas de las que me arrepiento mucho, pero ahora sé que soy un hombre diferente, por eso lucho para que los jóvenes no caigan en estas redes y para ayudar a los que, como yo, están atrapados dentro de una banda», afirma el joven pintor.
En las charlas, muchos estudiantes, que a priori huían del estereotipo de pandillera o pandillero, «han confesado que estaban en contacto con las bandas y han pedido ayuda», dice Ana López-Brea, orientadora del IES Isaac Peral en Torrejón de Ardoz, centro en el que se solicitaron varias charlas debido al incremento de este fenómeno social en la zona. También, Arturo Drexter, profesor de religión de IES Ignacio Ellacuría, de Alcalá de Henares, reivindicó que «sabía que había chicos que estaban en ese peligro, y de nada sirve enseñarles asignaturas si pierden la vida en una banda» razón por la cual solicitó dos charlas para abarcar sus grupos de la ESO.
Así mismo, la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid declaró a respecto de la prevención a través de campañas de información en centros educativos que «la educación no cambia el mundo, pero sí a las personas que tenemos que cambiar el mundo y eso es fundamental».
Entendiendo el contexto actual de las bandas callejeras
Parece que estamos ante un resurgimiento de las bandas en nuestro país, sobre todo en la capital, donde la espiral de violencia entre bandas parece no tener fin. Las reyertas se producen con más frecuencia y cada vez se lamentan más pérdidas. En lo que va de año, al menos cuatro jóvenes han perdido la vida en algún altercado entre bandas o a raíz de un ajuste de cuentas. A menudo los titulares relatan sucesos protagonizados por estas organizaciones en la que no falta la violencia y el derramamiento de sangre.
Estos hechos se predecían de algún modo en el II Observatorio de bandas latinas 2021 en España, realizado por el Centro de Ayuda Cristiano, una institución cristiana con años de experiencia tratando y ayudando a jóvenes con este tipo de problemática.
El estudio ha revelado que la pandemia ha provocado un incremento en el número de jóvenes que se adhieren a las bandas, en parte debido al tiempo prolongado en que los chicos en edad escolar permanecieron alejados de su rutina escolar, y, por otro lado, por su gran exposición a las redes sociales en este periodo. El informe también ha puesto de manifiesto otros datos sorprendentes, como el surgimiento de bandas formadas por chicas, la más que temprana iniciación en las bandas situada en los 11 años, o los episodios recurrentes de coacción que se producen en algunos colegios e institutos madrileños.
Las cuatro bandas latinas que concentran el mayor número de jóvenes en Madrid son los Ñetas y los Latin King, con unos 50 grupos repartidos en la comunidad, y los trinitarios y DDP, con más de 80 grupos.
Sin embargo, existen otras bandas, que, aunque no son tan numerosas, amenazan con su constante crecimiento, como los Forty Two, los Blood o los Mara Salvatrucha, de origen salvadoreño y asociados a la banda de La 18, todas con un perfil extremadamente peligroso.