2022 fue un año húmedo en el levante español. Basta echar un vistazo a las cifras para comprender que se cerró diciembre siendo el quinto año más húmedo desde 1950, con un 34% más de litros por metro cuadrado, hasta los 684.4l/m2 registrados.
Más allá de que este verano haya sido también, históricamente húmedo, con los meses de entre junio y agosto con una precipitación acumulada de 81.6 l/m2, lo que ha quedado patente es que la ciudad debe prepararse para años en los que es probable que no solo el alcantarillado sino los aislamientos se pongan a prueba.
“Con este nivel de lluvias acumuladas y de humedad es clave que las fachadas se revisen para evitar que acabe calando el agua a los interiores de las viviendas y locales” explican desde Monzón, empresa especializada que está viendo cómo, en los últimos meses, muchas comunidades acaban contratando sus servicios para proceder a la impermeabilización de fachadas en Valencia para evitar accidentes.
¿Cómo explican los expertos proceder?
En primer lugar, cuando una comunidad o un particular contacta con empresas como esta para que den su opinión y recomendación, es necesario ir in situ para ver las condiciones reales que tiene cada una y poder dar un veredicto y una propuesta concreta y personalizada.
Por norma general, si la construcción es reciente, es habitual que la impermeabilización con la que se entrega el edificio dure entre 3 y 10 años, dependiendo de cuál haya sido el tratamiento elegido.
“Nosotros recomendamos una revisión, al menos, cada 7-10 años si no ha habido ninguna incidencia para proteger los inmuebles” explican.
Una vez empieza el proceso, el primer paso es la limpieza. Eliminar el polvo, el moho si lo hubiera y los restos de contaminación es la única forma de preparar la superficie para luego poder tratarla. Es el momento también de cualquier reparación adicional si se ve que el cemento está desgastado o se han hecho grietas.
En algunos casos, será necesaria la imprimación previa al tratamiento para garantizar su éxito gracias a una mejor adherencia.
Desde ese momento, se aplica el producto que impermeabilizará la fachada. Hay varias opciones, entre las que se encuentran pinturas, membranas líquidas o en rollo u opciones nuevas que están empezando a llegar al mercado para elegir. Serán los profesionales o especialistas los que definan si es necesaria una única capa o si, por el contrario, serán necesarias más o incluso un revestimiento posterior que garantice su efectividad.
El mantenimiento es la clave. Cualquier época de lluvia intensa debe ser motivo para una revisión.