Llegamos al mundo sin saber muy bien cómo y tampoco cuál será el papel que habremos de desempeñar a lo largo de la vida.
Actores principales de la obra con un papel aún por definir, así es nuestra vida.
Y pese a que el ser humano es de los seres vivos más dependientes del planeta, al menos en lo que a tiempo se refiere, tarde o temprano una amplia mayoría goza de plena independencia personal, aunque quizás no económica, hasta más adelante.
El transcurso de los años va perfilando la personalidad del actor principal, es hora pues de soñar, de asumir retos y de apostar por aquello que uno desea, tanto a nivel personal como profesional.
Sin embargo, con más frecuencia de la deseada los sueños quedan relegados a un segundo plano, hasta que, ya con la vida más que encauzada y todo el tiempo libre del mundo, los ya abuelos, deciden que es momento de recuperarlos.
Y es que, pese a que lo ideal es trabajar para vivir, muchos se han visto en la obligación de multiplicar sus esfuerzos para lograr mantener el bienestar de su familia y el suyo propio, asumiendo incluso más tareas de las que se debiera y dando más de lo que se podía.
“Durante décadas se ha visto a los adultos mayores como a personas frágiles y dependientes, sin embargo, los abuelos de las familias han sabido dar una lección a la sociedad, pues de sobra es sabido que muchos españoles no habrían sobrevivido a la anterior crisis económica sin su ayuda” comentan desde Tu Mayor Amigo, especialistas en la asistencia domiciliaria de aquellos que fueron, son y seguirán siendo las piedras angulares de la sociedad.
Y es que, ser mayor y estar jubilado no significa necesariamente ser débil y dependiente. De hecho, hoy en día la esperanza de vida es tan alta que permite a muchos de los adultos mayores del país, llevar a cabo alguno de esos sueños a los que tuvieron que renunciar cuando eran más jóvenes.
No obstante, y pese a ser el colectivo que ha salido peor parado con la crisis sanitaria, lo cierto es que probablemente muchos volverán a verse en la obligación de arrimar el hombro, dejando patente de este modo que siguen siendo las piedras angulares de las familias españolas.
