La plataforma Twitter acaba de hacer público que, a principios de diciembre, comenzará a hacer una criba de cuentas que están dadas de alta pero no realizan actualizaciones para borrarlas y dejar así paso a que los nombres queden liberados para otras personas que quieran usarlas.
¿Qué tiene de relevante esta noticia? Más de lo que a priori parece.
Más allá de evitar el número de cuentas que están inutilizadas, la red social pretende dar un paso hacia la credibilidad.
¿Cómo? Te lo contamos en pequeñas pinceladas, porque en realidad, hay detrás mucho más de lo que parece a primera vista.
Los pasos que dará Twitter para luchar contra cuentas sin uso
Contenido del artículo:
Acreditar que las cuentas son reales
Durante mucho tiempo se ha venido hablando de las fake news y fake accounts como uno de los talones de aquiles de las redes sociales. De hecho, el debate de tener que identificarse detrás del usuario no ha cesado aún. Pese a que hoy en día tan solo con un mail real podría darse de alta cualquier cuenta, Twitter, desde el próximo 11 de diciembre, busca «hacer limpieza» de cuentas que mantienen nombres y marcas bajo su ala sin utilizarlas.
¿Quién registró esas cuentas? Al principio, cuando apenas estaba extendido el uso de esta plataforma a nivel empresarial, muchos particulares fueron visionarios y supieron que las redes se acabarían convirtiendo en vehículo de comunicación entre las marcas y su público. El tiempo les dio la razón y, cuando los responsables de las mismas dieron un paso al frente para registrar las cuentas con los nombres corporativos, vieron cómo muchas estaban ya dadas de alta. En este sentido, hay dos escenarios: quienes compraron la cuenta a quienes las registraron primero (que hicieron gran negocio adelantándose a la marca) y quienes aprovecharon para buscar otra forma de registro.
Es este segundo caso el que más complicaciones ha traído porque, pese a que las plataformas decidieron verificar las cuentas de empresas y personalidades relevantes, en muchos casos las cuentas podrían crear confusión.
Este proceso, que como han anunciado comenzará en diciembre, pretende dar más credibilidad a las interacciones de cada cuenta de la plataforma.
Huir de las fake news
El uso de las redes sociales para hacer virales y sembrar duda en nombre de empresas o personas ha sido uno de los grandes fallos para la comunicación corporativa en ellas.
Desde hace tiempo, Twitter, Facebook o Instagram, entre otras, esstán tratando de poner los medioss y tecnología a su alcance para ser capaces de garantizar un mínimo de credibilidad a la información que se publica en ellas. También, aportando información a las autoridades o evitando que suss plataformas sean tablones donde se de cabida al odio, la violencia, la desigualdad o el espacio para acciones no legales.
En un primer momento se verificaron cuentas y se les dotó de una autentificación para que los usuarios supieran que esa cuenta pertenecía de forma real a personajes y compañías, pero eso no quitó el uso de otras que pudieran llevar a equívoco.
Fue, precisamente en una fecha cercana, el 14 de diciembre de 2005 cuando Estados Unidos, a través de su Departamento de Justicia, ssolicitó la información sobre cuentas relacionadas con Wikileaks a Twitter. Quizá se pueda considerar este el primer aviso de la necesidad de controlar, mediante algoritmos, inteligencia artificial o nuevas medidas de seguridad, que lo que se publicara tenía detrás una fuente fiable.
Pero su golpe más certero llegó este verano, cuando se lanzó a comprar Fabula IA, una startup inglesa que utiliza novedosos sistemas de aprendizaje automático para detectar posibles bulos y erradicarlos.
Nuevas políticas de privacidad
También se habla de que este cribado viene justificado por las nuevas legislaciones de protección de datos elevadas desde los distintos estamentos jurídicos a nivel internacional.
Las cuentas que no hayan actualizado dichas condiciones, podrían estar incumpliendo la legalidad y poniendo en jaque a las redes sociales. De ahí que también, más allá de eliminar millones de nombres y cuentas y dejar libres los mismos, se mueven por la necesidad de ajustar sus políticas legales en términos de protección de datos, privacidad e incluso, dando un paso más, veracidad.
¿En qué beneficia a las compañías y a las agencias de comunicación y políticas de comunicación en redes?
En todo. El hecho de que gigantes como Twitter quieran controlar mejor la actividad real y útil de sus usuarios es el primer paso para garantizar que, quien de verdad diseñe campañas de comunicación corporativas en las que se incluya la interactuación de cuentas corporativas en plataformas de este calibre, sean garantes de veracidad, legalidad y contenido útil (para ello llevan las redes actualizando sus algoritmos para hacer visibles unas cuentas sobre otras).
Eso apoyará la reputación online de las compañías que podrán aproximarse a sus seguidores y usuarios desde la tranquilidad de saberse apoyadas y empujadas a realizar comunicaciones que de verdad sean relevantes.
No se trata de acribillar casi al minuto a los seguidores, sino de utilizar las redes corporativas como se debe: como canal de comunicación y diálogo para con sus consumidores.