El martes 01 de diciembre de 2020 sale a la venta “Tierra Quemada” de Rafael López Vilas. El autor aparca, esperemos que de manera momentánea, la poesía como género; para hacernos bucear bajo la trama de una novela ambientada en la reciente y sufrida crisis producida por la tan conocida burbuja inmobiliaria.
Según el prefacio de Diego Horschovski: “El calor de las vidas que habitan Tierra Quemada nos toca de cerca. Es fácil reconocer en estas páginas a quienes podrían ser nuestros vecinos, vecinas, familiares, o a nosotras mismas. Sobre todo si los lectores hemos pasado por la crisis siendo los ninguneados. Tierra Quemada habla de esa España que Galeano podría llamar la de los nadies. La España de los últimos. Los que, desde las colas del INEM, pacientes esperan a que les caiga algo de lo que algunos economistas llamaron teoría del derrame. La España de los que pagan los platos rotos del señorío.”
Tierra quemada nos marca por la corrupción institucional, los terratenientes sin escrúpulos, el fraude y el dinero. Dinero, habla de dinero. Sin el glamour, ni la elegancia de Hollywood, pero con la misma inmoralidad acuñada y resguardada en maletines.
Nos dice Adolfo Gilaberte en el prólogo: “Ernesto Buena Virgen podrías ser tú mismo, que estudiaste periodismo, o tú misma. Y Ramiro Expósito, su amigo de la infancia, también podría ser yo o aquel hombre que levanta los brazos y la voz para clamar justicia y respeto por los suyos. Por nosotros y nosotras. Y también somos Federico Luján, el tercero de los amigos, y su mujer María… No desvelaremos mucho más de estos personajes. De nuevo me disculpo, ahora por el laconismo. Tenéis que leer Tierra quemada para reconoceros, y reconocer a vuestros vecinos o incluso a vuestras madres, novios, amigos y amigas, a los camareros y cajeras del supermercado, conserjes y doctoras ––aquí cabe un largo etcétera–– de vuestra realidad cotidiana; a la eterna Juana que aún mantiene su tienda de comestibles o a Lucio, que pide limosna con el acordeón viejo y quemado por los bordes.
La realidad que cuenta esta novela ––ya lo hemos dicho–– no es elegante ni sofisticada, no, es del color del hierro y del sudor, huele a días y noches sucesivos al borde del sumidero, sabe a cañerías y a sopa de sobre, tiene la textura de los flexos de luz humilde en los deberes de la mayoría de los niños y niñas. Aquí, entre estas páginas, como nos dice el autor, el vaso no está medio vacío ni medio lleno. El vaso está roto. Y alguien tiene que recordárnoslo de vez en cuando.”
Bibliografía
1975 no se recordará en España como el año en que nació Rafael López Vilas, sino por el fin de la dictadura franquista y el tibio comienzo del camino hacia la democracia del pueblo español.
Vigo es la ciudad donde Rafael dio esquinazo a las ciencias empresariales, y donde cayó en brazos de la pintura en su escuela de artes y oficios, antes de contactar, una década después, con el mundo de la ficción en un curso de guión.
En 2019, Versátiles Editorial publicó su poemario Lobo come lobo, primer volumen de la que ha bautizado como Bilogía Obrera (preseleccionado como finalista en el XXVI Premio Andalucía de la Crítica 2020), y participó en los libros colectivos Todo esto era campo, de Versátiles Editorial, y del Relatos de viaje, perteneciente al XIV Concurso de relatos de viaje Moleskine. En 2009 vio la luz su poemario Recuerdos de la cisterna, y fue finalista del Premio Joven de Novela de la Universidad Complutense de Madrid 2007.
En los últimos años, RLV ha colaborado en diferentes revistas y blogs literarios, y recorrido numerosos escenarios poéticos con su alter ego poético, El Lobo está aquí.