La pandemia del coronavirus, sin duda, es el evento de destrucción de la raza humana más importante en esta era moderna, donde la tecnología ha alcanzado su máximo esplendor, una era donde la superpoblación de nuestro planeta se ve acompañada de una deficiencia en la organización de los recursos y la distribución de ellos, provocando una carrera incontrolada por el poder económico. Todo lo anterior ha impulsado la producción en fábricas y empresas de una manera súper acelerada emitiendo al medio ambiente una enorme cantidad de desechos tóxicos, y por consiguiente, provocando cambios irreparables pero aún mejorables en nuestra naturaleza.
En todo este contexto y apenas hace tres meses, estalla en Wuhan una epidemia que involucra a una ciudad completa provocada por un agente viral de unas características nunca antes vistas, el llamado “Coronavirus” o “COVID-19”. Éste llega a su huésped definitivo, el ser humano, provocando una serie nefasta de desequilibrios orgánicos, poniendo a prueba la destreza, el conocimiento y la capacidad de innovación de nuestro personal de salud: médicos, personal de enfermería, microbiólogos, etc. Todos nos lanzamos a buscar soluciones y respuestas a tanto poder de agresión, infestación y morbilidad, haciendo cada uno lo que ha podido y dando el cien por cien por contener esta pandemia desgastante.
Según va pasando la guerra, y a pesar de que sigan sonando los disparos y las sirenas en la distancia, nos da tiempo a despejar nuestra mente y centrarnos en lo que vemos y como lo vemos, haciendo que comencemos a unir teorías y verdades científicas. Gracias a esto comienza a aparecer cierto rayo de luz para comenzar a desenredar toda esta bruma.
Los coronavirus son una familia de patógenos que hasta hoy en día no tenían esa capacidad de infestación y morbilidad y me pregunto ¿Por qué ahora? ¿Cómo esta familia de virus de gran tamaño logran alcanzarnos y desequilibrarnos?
Todos sabemos que esta entidad vírica viaja por el aire después de ser expulsado por el sistema respiratorio en forma de gotas de aerosol, cayendo sobre superficies con las cuales contactamos y nos auto-inoculamos. Según la cantidad que pueda penetrar en nuestro organismo de este agente (carga viral) y del estado fisio-patológico del hospedero dependerá en gran medida de que este último desarrolle la típica neumonía con fallo multiorgánico provocando una terrible ola de muerte y terror o no.
Pero hay algo que me llama la atención, este germen tiene una predilección por la población mayor, es decir, de la tercera edad y además por la población con algún tipo de desequilibrio o patología crónica. Pero si dejamos de vernos como el punto final y definitivo del problema, y nos enfocamos más en el virus, en su composición, su naturaleza eléctrica y su mecanismo de acción, podíamos arrojar alguna que otra hipótesis que nos guíe para lanzar teorías que nos lleven a buscar soluciones permanentes.
Todos los seres biológicos y no biológicos están determinados por su bioquímica, es decir, por la composición interna, moléculas que formaran células y que a su vez conformarán los tejidos, órganos y sistemas. Todas las estructuras anteriores están formadas por átomos en una estructura interna, estos átomos se asocian mediante unos puentes eléctricos de asociación, formados por estructuras mucho más pequeñas que el átomo: los electrones y los protones, siendo estas últimas estructuras las encargadas de la conservación de la estabilidad energética y estructural de las distintas moléculas de nuestro cuerpo. Con esto quiero decir que no somos más que seres biológicos con carga eléctrica, es decir, seres biológicos energéticos cargados como baterías biológicas, y como toda batería tenemos un lado positivo y un lado negativo. Esto sería compatible en la medicina tradicional China como el yin(-) yan (+), o cono lo llaman en la medicina reguladora magnética el polo positivo y el polo negativo. La base principal de la medicina tradicional, ya sea asiática arábica, egipcia, o cualquier otra consiste en tratar de curar o aliviar enfermedades equilibrando ese balance energético, o en otras palabras, para estar bien con plena salud deberíamos tener un balance de un 60 % de predominio del lado negativo y a un 40 % del lado positivo en estado fisiológico de reposo.
Somos seres cargados, con predominio de la carga negativa y este el modo en que nuestro cuerpo biológico permanece la mayoría del tiempo, a no ser que haya algún desequilibrio patológico, ya sea por una hiper o hipofunción de los órganos internos reguladores de la homeostasis (equilibrio) o por llegada de agentes invasores que nos ataquen desde el exterior. El coronavirus o covid-19 nos desequilibra rápidamente burlando la red defensiva de nuestro organismo ¿Pero cómo lo hace? ¿Cómo nos localiza? ¿Cómo busca entre sus posibles víctimas a la más vulnerables?, siendo este un megalovirus ¿Es él uno de los más grandes y pesado de toda su familia ? Pues no estaría mal considerar que tal vez sea por sus características físico-químico y sus características electro-magnéticas que lo hagan particular. Es un virus con una fuerte carga negativa en su membrana, siendo el más electronegativo de toda la especie de los coronavirus.
Los ancianos y la población con un problema patológico de base, donde la proporción eléctrica ya no es el 60%(-) por 40% (+) sino del 45% (-) por 55%(+), donde no hay estabilidad ni plena salud debido a que sus sistemas de homeostasis y compensación están algo dañados o disminuidos, y el ansiado equilibrio ya no lo pueden alcanzar son los que con mayor facilidad se infectan.
De este modo en función de la afinidad al contagio debido a la compensación electromagnética podemos establecer tres grupos con distinta afinidad al contagio:
- Tercera Edad – Alto
- Segunda Edad – Medio
- Primera Edad – Bajo (mejor compensación electromagnética)
Además sabemos que todas las células responden a un balance del potencial de membrana en reposo, que suele estar en aproximadamente 70 mv (milivoltios). Según estudios biofísicos, hay una nueva clasificación del estado de salud celular según su potencial de membrana en reposo o lo q es lo mismo el umbral electromagnético.
- Célula sana: 70 mv
- Célula enferma: 50 -65 mv
- Célula muerta o apoptósica < 50mv
Todo este recuento es imprescindible para entender la importancia crucial del campo electromagnético celular en nuestras vidas. Nuestro gran sistema inmunológico, dotado de un centro de mando, donde se construyen de manera apresurada los soldados que nos defenderán en esas batallas contra gérmenes, tiene bien aprendida la lección en cuanto a los campos electromagnéticos biológicos, y buscan a los gérmenes, ya sea bacterias, tóxinas o virus por su carga electromagnética. Todas estas entidades en su inmensa mayoría son de carga positiva por lo que se sería muy fácil hallarlas en un cuerpo de carga negativa, serían un blanco perfecto para nuestros linfocitos favoritos: macrófagos y leucocitos. Pero si se cambia la estructura electro-magnética, modificando la estructura de sus aminoácidos estructurales de su adn (viral), pasaría a ser negativo y sería casi imposible detectarlo pues podría pasar casi inadvertido por nuestro organismo, sin que nuestro sistema de vigilancia pudiese hacer nada.
Centros investigadores como el Centro de Biología Molecular la universidad Depotur en Estados Unidos, así como, la universidad Luis Viana en Eslovenia, han encontrado un hallazgo muy importante en cuanto a la carga eléctrica en los virus, dicha carga eléctrica no sólo depende de su estructura, sino también se debe a la presencia o ausencia de algún aminoácido, es decir, algún ácido nucleico en su ADN o a ARN. Han utilizando un microscopio de fuerzas atómicas, en sus siglas en inglés AFM, capaz de medir la potencia y la fuerza electrostática y para ello modificaron de forma potencialmente significativa su carga eléctrica, dándose cuenta de que los virus pueden incrementar su carga eléctrica cuando empaquetan su ADN de doble cadena. El estudio concluyó, que la carga eléctrica de los virus depende fuertemente de la estructura de la pared vírica, así como de la presencia o ausencia de ADN en el interior de un virus.
Al igual que en el virus de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), se produce una evolución lenta y desgastante bajando los niveles de cd4 (células que van pegadas al linfocito que le ayuda a reconocer las células sanas o malignas). El virus del SIDA penetra dentro de los cd4 (linfocitario) haciendo que nuestros soldados vaguen inundados en un mar de incertidumbre, sin encontrar al culpable de tanto desorden. Algo parecido ocurre con el Covid-19 pero de manera más aguda, con una evolución torpe en los más débiles.
En conclusión, el descubrimiento de la presencia o no de ADN en el interior de un virus y que afecta a su carga electromagnética es sumamente importante, pues implica que los virus que transportan el genoma infeccioso están sometidos a una fuerza electrostática diferente al de los virus que “no” lo transportan, es decir, ambos están sometidos a una fuerza electrostática diferente, algo que puede ser clave en como el virus localiza la células del huésped.
Sabiendo este posible mecanismo eléctrico o de cambio de polaridad de este virus, puedo deducir, que quizás haya sido la práctica la que nos haya metido en este embrollo, convirtiendo a este tipo de SAR indefenso en un poderoso SMART virus, que es casi imposible de localizar ya que actuamos como antenas emisoras de señales eléctricas para él.
Luis Montel Ramírez – Future Health Plus