Formentera, la más pequeña de las Islas Baleares, es una joya escondida que espera ser descubierta por el turismo, aunque siempre apostando por un tipo de recepción sostenible que permita que siga con su ritmo, sus no aglomeraciones y su cuidado medioambiental.
Con sus aguas cristalinas, playas de arena blanca y paisajes pintorescos, ofrece un escape perfecto del ajetreo y el bullicio de la vida cotidiana. Es, sin duda, el lugar perfecto para una escapada corta en la que disfrutar del turismo, playa, gastronomía y mar.
Cuatro días, cuatro planes
El primer día en Formentera invita a disfrutar explorando la rica historia y cultura de la isla.
Hay muchos lugares para visitar como el faro de La Mola, Es Caló de Sant Agustí y Sant Francesc Xavier. Estos lugares ofrecen una visión del pasado de la isla y su gente. También puede participar en diversas actividades, como caminatas, recorridos en bicicleta y visitas turísticas, para comprender mejor la geografía y el medio ambiente ya que es más que accesible. Es imprescindible este primer contacto para comenzar con el idilio que se vivirá en ella.
El segundo día es el momento perfecto para zarpar y explorar las islas y playas vecinas de la isla. Gracias a la oferta que hay para alquilar un barco en Formentera o unirse a una visita guiada, es posible dejarse llevar al son de las olas y de la belleza del mar Mediterráneo.
La isla tiene muchas calas y playas escondidas, como Cala Saona y Playa de Ses Illetes, a las que sólo se puede acceder en barco, por lo que es más que recomendable no saltarse este plan. Mientras se navega, además, se pueden admirar las aguas cristalinas y la vida marina que la rodea, que incluye delfines, tortugas y peces de colores. “Navegar en Formentera es una experiencia única en la vida, y es una actividad imprescindible que convence a todo el que la prueba a la necesidad de preservar esta joya natural mediterránea” explican desde Formentera a Vela.
El tercer día invita a descubrir los sabores y recetas gastronómicas de la isla. Influenciada por su historia y geografía, cuenta con especialidades locales como el bullit de peix, el sofrit pagès y el flaó. Estos platos están elaborados con ingredientes frescos y de kilómetro cero, que son sostenibles y apoyan la economía local. En un entorno como este, es fundamental apoyar el comercio local y las prácticas alimentarias sostenibles, ya que ayuda a preservar la cultura y el medio ambiente de la isla.
El cuarto día es el destinado al disfrute de no hacer nada y de permitirse relajarse en cualquiera de sus playas de arena blanca, mientras el mar acompaña con su brisa y con su sonido. Gracias a este tipo de planes, se está convirtiendo en un destino fuera de temporada perfecto para quienes quieran de verdad encontrar un lugar auténtico en el que volver a tomar el pulso lento.